lunes, septiembre 04, 2006

Lucero

Eres lucero, la estrella brillante de mis sueños, la Venus perfecta de mi mente, mi diosa Afrodita, señora de mi amor, regente de mis deseos marcianos, hija del mar, dime como los ángeles han tallado tu rostro, por que no he encontrado otro igual, otro que no me cansaría nunca de mirar.

Te conocí primavera, flor en capullo, fresca, hermosa, doncella, pero no supe cuando floreciste ni en que jardines anduviste en el tiempo que no te vi, y ahora te encuentro, eres verano, fruto fresco, sublime, delicioso, alimento perfecto para mente y alma, déjame disfrutarte ahora, o conviértete en néctar o vino, y pueda así beberte en la estación que tu desees.

Por que, si lo eres todo, no eres nada, quisiera entender el miedo que te tengo, será acaso que la embriaguez que me causas es mas de lo que mi alma puede soportar, o será tal vez el miedo que tengo de que seas tan humana como yo, imperfecta, frágil, esa flor exótica que es para ver y no tocar, para que mis manos no profanen esa imagen sublime, la que tanto quiero y temo descubrir, por que descubrirte sería entenderte, y comprenderte es amarte por completo, y… no se, dudo.

¿Lograrías ser mi cómplice?, el yin que me complemente, mi causa, el cáliz donde vierta amarguras y esperanzas, mi compañera en mi invierno, mi alegría, mi sueño. O es acaso mejor que sigas siendo la brisa pasajera que rejuvenece mi cuerpo, regalándome una noche cada año en cuando, impregnándome entero de tu aliento y besos, para poder así recordarte, para guardarte hasta la próxima vez que la vida nos deje, para tenerte mía en este mi modo, el de un cobarde enamorado.

Es tan poco con lo que me conformo, verte alguna vez, un hola fugaz perdido en voces sin rostro o en las letras sin voz, o al pensarte cuando encuentro esa vieja foto tuya que una vez robe, que son tantos los años desde que te vi por primera vez, y siguen siendo las mismas mariposas las que todavía siento ahora al verte, con las mismas ganas locas que me provocas, y con el mismo miedo tonto de nunca tenerte para nunca poder perderte.

Y dime lucero, ¿Por que tus ojos reflejan tanto tu nombre?, porque, cuando me miras me deslumbras, cual hechizo con el que me desarmas, me confundes y me transformas en el adolescente loco que una vez te llamó, en el hombre enamorado que todavía te regala sus letras, escondido tras su trinchera, su genio malo, su torpeza, y otras formas sutiles con las que te mantengo tan lejos como cerca pero nunca tanto como quisiera.

Dime ingratitud, por que me ayudas a mantener esta distancia, es acaso tan grande lo que debo al alma que no puedo alcanzar mi estrella en esta vida, o eres solo una mascara de un miedo tan grande como el mío, y que alguna vez me ha dicho “te amo” en una carta que no leí, que es un sueño el beso de esa noche de lluvia que viví y que no son mas de cuatro mil las noches que la espero sin desesperar por que se que estas ahí.

Lucero, a que camino me llevas, es a ti a quien sigo, ¿o eres acaso un reflejo de lo que persigo?, no seas mi arena de salmón y te escapes por mis dedos, andrógeno Penélope he tejido y desecho mil sueños en tu ausencia, no rechaces mi paciencia que yo extraño tu presencia, que por lo menos un momento te quiero como tormenta, para que tu gusto de néctar sea eterno en mi lengua, para dejar de ser niño cobarde, para poder ver tus ojos de frente y comprender a través de ellos la mujer que eres, y haciéndome nombre amarte el instante que la vida me permita.

3 Comments:

Blogger Charli said...

Prosa sentida y envidiable...tal vez mucha coma...pero esas son minucias.

¿Quien no pudiera hablar asi a diario?, buena inspiracion.

11:53 p. m.  
Blogger Principito said...

WOW lucero de mil caminos caminados por mil hombres distintos pero tan parecidos al final siempre buscando esa luz que nos guía y que nos ciega a la vez.
Como siempre vale la pena tomarse el tiempo de leerte, Saudos y abrazos a la distancia.

10:06 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Está buenísimo!!!, a quién no le pasó no? y no Andrés, no se la voy a dedicar

8:50 p. m.  

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